Después de años utilizando Windows como sistema operativo principal, decidí dar el salto a Linux Mint, una de las distribuciones más recomendadas para usuarios novatos en GNU/Linux.
Esta transición no fue impulsiva: estaba cansado de las actualizaciones invasivas, la recolección de datos y el rendimiento inconsistente de mi equipo con Windows 10. Tras informarme y recibir múltiples recomendaciones, opté por probar Linux Mint 21.3 "Virginia" con el entorno de escritorio Cinnamon.
Aquí comparto mis primeras impresiones tras una semana de uso.
🖥️ Instalación: rápida, clara y sin complicaciones
La instalación de Linux Mint fue una grata sorpresa. El instalador es intuitivo, y aunque no soy experto en informática, me fue fácil entender las opciones de particionado, selección de idioma y configuración de usuario. En menos de 20 minutos, ya tenía el sistema listo para funcionar, sin necesidad de drivers adicionales. Todo funcionó desde el primer arranque: teclado, Wi-Fi, sonido y gráficos.
🧭 Interfaz: familiar y ordenada
Una de las cosas que más me preocupaban era sentirme “perdido”. Pero Cinnamon ofrece una interfaz muy similar a Windows: menú de inicio, barra de tareas, iconos en el escritorio y navegación por carpetas clara. No tuve que reaprender desde cero, lo que hizo la curva de adaptación muy leve.
Además, el sistema es visualmente atractivo, con temas modernos y personalizables. Me encantó la posibilidad de cambiar íconos, temas de ventana y combinaciones de colores con un par de clics.
🚀 Rendimiento: más ligero, más rápido
Lo primero que noté fue la fluidez del sistema. Las aplicaciones se abren más rápido, el sistema arranca en pocos segundos y no he tenido que reiniciar tras instalar algo nuevo. Linux Mint usa muy pocos recursos comparado con Windows, lo cual fue un alivio para mi laptop de 8 GB de RAM que solía arrastrarse al usar navegadores o editores de documentos.
📦 Software: todo lo que necesito, sin anuncios
Mint viene con un conjunto de herramientas preinstaladas muy útiles: LibreOffice para documentos, Firefox como navegador, Rhythmbox para música, entre otros. Y si necesito más, el Gestor de Software tiene cientos de aplicaciones gratuitas, listas para instalar sin publicidad ni bloatware.
Además, descubrí que puedo usar aplicaciones de Windows a través de Wine o Bottles, aunque aún no he necesitado ninguna.
🔐 Seguridad y privacidad: tranquilidad real
Sin antivirus, sin firewalls de terceros, sin notificaciones de seguridad a cada momento. Linux Mint me ha demostrado que la seguridad no tiene que ser invasiva. Las actualizaciones son controlables, nada se instala sin mi permiso, y mi privacidad está más protegida que nunca.
🧩 Cosas que echo de menos (y cómo lo solucioné)
- Algunas aplicaciones de diseño que usaba en Windows (como Photoshop) no están disponibles. Pero encontré alternativas muy decentes como GIMP o Krita.
- Los juegos más recientes no siempre corren igual que en Windows, aunque Steam y Proton han hecho maravillas en muchos casos.
- Me costó un poco acostumbrarme a usar la terminal para ciertas tareas, pero con los primeros comandos aprendidos, empecé a ver su potencial.
Pasar de Windows a Linux Mint ha sido una experiencia mucho más positiva de lo que imaginaba. El sistema es rápido, estable, libre de interrupciones innecesarias y me da el control total de mi equipo. Para quienes buscan una alternativa moderna, gratuita y amigable a Windows, Linux Mint es un excelente punto de partida.