Lo que parecía ciencia ficción ya se vende como tecnología de vanguardia: un ordenador que piensa con neuronas humanas reales. No simula el cerebro, lo integra. Se llama CL1 y abre la puerta a una nueva era informática: la biocomputación. Su llegada promete revolucionar la medicina, el aprendizaje automático y la forma en que entendemos la inteligencia.
Qué es la biocomputación y por qué podría cambiarlo todo
La biocomputación fusiona biología e informática para crear sistemas que funcionan con células vivas, como neuronas o moléculas de ADN. Frente a los límites físicos y energéticos de los ordenadores clásicos, los sistemas biológicos ofrecen ventajas inigualables: una densidad de almacenamiento abrumadora y una capacidad de adaptación sin precedentes.
Aplicaciones como el diseño de fármacos, la monitorización de entornos o el desarrollo de IA sostenible ya se están beneficiando de esta disciplina. Las neuronas humanas, cultivadas fuera del cuerpo, aprenden a jugar a videojuegos o resolver cálculos complejos. Lo realmente sorprendente: ahora pueden comprarse.
CL1: el ordenador con cerebro humano ya está a la venta
La empresa australiana Cortical Labs ha lanzado en 2025 el CL1, el primer ordenador híbrido con 800.000 neuronas humanas cultivadas sobre un chip de silicio. Estas neuronas interactúan en tiempo real con un entorno simulado gestionado por el sistema operativo biOS, que traduce código digital en impulsos eléctricos.
CL1 no necesita ordenador externo: graba, procesa y mantiene con vida su red neuronal durante seis meses. Todo en un sistema cerrado, autónomo y energéticamente ultraeficiente. ¿El precio? 35.000 dólares. También existe una versión en la nube, disponible desde 300 dólares semanales, accesible a centros de investigación más pequeños.
Un salto evolutivo con implicaciones éticas
Los dispositivos “wetware”, como CL1, plantean cuestiones inéditas. ¿Puede un conjunto de neuronas tener conciencia? ¿Debe regularse su uso como si se tratara de seres vivos? Además, trabajar con datos biológicos humanos exige respetar normativas como el RGPD europeo.
El riesgo de uso dual —emplear esta tecnología con fines peligrosos o bélicos— también está sobre la mesa. Por eso, se reclaman políticas claras de regulación, transparencia y democratización tecnológica.
Mucho más que una IA: adaptación real, consumo mínimo y aprendizaje en tiempo real
A diferencia de la IA tradicional, que necesita grandes cantidades de datos y recursos computacionales para aprender, CL1 lo hace con impulsos eléctricos y plasticidad neuronal. Se adapta, resuelve problemas y responde al entorno como un cerebro humano, pero sin necesidad de miles de vatios ni refrigeración extrema.
Además, su diseño prescinde de pruebas con animales, lo que lo convierte en una herramienta ética para la medicina personalizada, la investigación neurológica y el desarrollo farmacológico.
El futuro ya está conectado a un chip… y a un cultivo celular
La llegada de CL1 marca un antes y un después en la historia de la informática. Por primera vez, un ordenador no simula el cerebro: lo incorpora. Sus posibilidades van desde el tratamiento de enfermedades neurológicas hasta la creación de sistemas de inteligencia híbrida más sostenibles y potentes que cualquier superordenador.
La biocomputación ya no es solo un concepto teórico: es un producto real, vivo… y listo para conectarse. ¿Estamos preparados para pensar con neuronas fuera del cuerpo? El debate acaba de comenzar.